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 1. La y declinaciones son minoritarias en la flexión nominal latina. Sin embargo, conviene aprenderlas, pues su presencia en los textos, con ser minoritaria, no es insignificante. Sobre todo, en el caso de la 4ª, hay que estar atentos para no confundir sus terminaciones con las del paradigma de los masculinos de la 2ª declinación.

 

 2. El latín poseía tres demostrativos, igual que el gallego y el castellano. Sin embargo, la evolución lingüística ha jugado un poco a favor de la confusión, ya que iste, -a, ud (en latín “ese, -a, -o”) es el origen fonético de nuestro “este, -a, -o”, aunque su referente en el significado es distinto. Por lo demás, los demostrativos, como otros elementos de la flexión pronominal, tienen su propia declinación. Como se dice en la LECTIO, hay que fijarse en sus semejanzas con la flexión de los adjetivos del 1º tipo (-us, -a, -um), y en la particularidad, que se da en los tres demostrativos, del Genitivo y el Dativo de singular (-ius e –i, respectivamente).

 3. En cuanto a los numerales, observando su lista podemos darnos cuenta de que nuestras formas actuales proceden, en casi todos los casos con pequeñas variaciones, de las latinas, tanto en los cardinales como los ordinales.

 4. Aunque hay teorías políticas, sociales y económicas que defienden como la mejor de las posibles una sociedad sin clases, lo cierto es que a lo largo de la Historia de la Civilización Occidental (a la que pertenecemos), la existencia de diferentes niveles sociais es una constante. Y además, la diferencia entre los más poderosos (con acceso a la propiedad de la tierra o de los medios de producción) y los menos siempre ha sido muy grande. Solo a partir del final de la II Guerra Mundial, y en los países del Primer Mundo, comenzó a aparecer una clase media bastante amplia.

 En la sociedad romana, el hecho más destacable desde nuestro punto de vista actual es la existencia de la esclavitud: la posesión directa de seres humanos por parte de otros. En cuanto a los hombres libres (grupo en el que se integraban los esclavos liberados o libertos), la situación fue evolucionando: en un primer momento, solo los patricios (nobleza terrateniente) eran titulares de derechos, mientras que los plebeyos se vieron obligados a ir arrancando poco a poco concesiones, hasta que se llegó a la igualdad nominal de derechos. En la práctica, el escalón más alto de la sociedad estaba ocupado por los patricios y los plebeyos ricos (que obtenían su prosperidad de actividades empresariales). La gran mayoría de la población la constituían esclavos y personas libres pobres. Esta desproporción era mayor, como ocurre hoy, en las ciudades.

 5. En nuestro contexto político actual, en la zona del planeta que llamamos Occidente, imperan las conocidas como democracias parlamentarias: el poder es ejercido, por tiempo limitado, por unas personas elegidas por sufragio universal, bien directamente, bien a través de Parlamentos. Sobre el papel, todos somos iguales ante la ley e, así como podemos votar a partir de cierta edad, también podemos ser votados.

 El espíritu de este sistema estaba ya presente en algunos regímenes políticos de la Antigüidad, principalmente en la Atenas del s. V a.C. y en la República romana. No eran exactamente iguales, sobre todo porque la población objeto de los derechos que tenemos hoy era mucho menor en número.

 Por otro lado, a lo largo de la Historia de Occidente, los diferentes Estados han conocido monarquías absolutas (inspiradas directamente en el sistema imperial romano) y estructuras imperiales (como la española o la británica, por ejemplo). Y no olvidemos que la forma mayoritaria que toman actualmente las democracias parlamentarias es la de la República.

 Volviendo a Roma, esta conoció tres formas de gobierno sucesivas:

a) La Monarquía se basaba en la concentración del poder ejecutivo (incluyendo el militar) en el rey, que era aconsejado por el Senado (una asamblea formada por los ciudadanos más poderosos) que, junto con la asamblea popular (los comitia curiata) ejercía el poder legislativo y judicial.

b) En la República el poder estaba, aparentemente, mucho más repartido. Las funciones ejecutivas recaían en los magistrados (de los cuales el de más rango era el cónsul), que las ejercían por tiempo muy limitado. De carácter permanente eran el Senado (que continúa con su papel de asesoramiento y capacidad legislativa) y las asambleas legislativas y judiciales (comitia centuriata y tributa).

c) El Imperio consiste en la concentración real de todos los poderes en la persona del Emperador -cargo vitalicio-, que nombra directamente a las personas que le ayudan en el gobierno: los senadores, los prefectos y los ministros. Estos dos últimos cuerpos están integrados por hombres que se encargan de las diferentes áreas del gobierno.

Última modificación: martes, 19 de julio de 2016, 15:17