Platón denomina así a todo lo que se percibe por medio de los sentidos; por tanto, a todo lo material cuyo conjunto constituye la Naturaleza. Esta apariencia que nos proporcionan los sentidos no es la verdadera realidad, pues está en constante cambio. De lo que percibimos por los sentidos no se puede decir con propiedad que es tal o cual cosa, pues adopta apariencias diferentes en cada momento. Podría decirse que se aproxima al ser (a las Ideas) alcanzándolo en mayor o menor grado en la medida que se se acerca a él, sin lograr nunca la perfección. Constituye, pues, el devenir y posee las características del ser de Heráclito.